. El tiempo pasa, pero hay gente que sigue en mi vida y no me
refiero a la familia, sino a amistades. Hay gente que lleva veinte años conmigo.
Es cierto que puede haber habido un tiempo en que se ha perdido el contacto,
pero el recuerdo siempre estaba ahí.
Las primeras, mis amigas del instituto, Esther y Patricia que,
aunque lógicamente ahora nos vemos menos, porque como es lógico la vida cambia,
ellas siguen estando ahí.
Otra persona que lleva mucho tiempo es Sonsoles: ella fue la
primera persona que me sacó de casa sin mis padres, gracias a ella disfruté de
mis primeros campamentos, quizá también, aunque fuera a través del juego por
ser muy niña, conocí el asociacionismo.
Aunque si hablamos de asociacionismo, mi mejor maestro y
quizá sin siquiera darse cuenta fue Nacho Tremiño. Todos tenemos un referente,
para mí fue y sigue siendo él. Es una de
esas personas que hay que conocer de cerca.
Vamos con Sole, una persona con la que compartí estupendos
veranos en Soria, amiga y confidente. En este caso fue ella quien me buscó a
través de un amigo común; hacía años que no sabíamos nada la una de la otra,
pero por supuesto los buenos recuerdos seguían
estando ahí.
Por otro lado, también ha habido gente que me ha fallado: la
persona a la que me refiero no llevaba tanto tiempo conmigo, pero le di toda mi
confianza, sabía casi todo de mí y yo creo que contó cosas que no debía. Pero
esta experiencia me ha ayudado a crecer como persona.
¿Qué le pido a la gente que quiera formar parte de mi
vida?: que me entienda, me respete y se ponga en mi lugar, lo cual no quiere
decir que me dé la razón en todo; gente que me entienda y no que me atienda.
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