Desde que tengo uso de razón estoy vinculada al mundo asociativo,
he estado en tres asociaciones diferentes:
La primera de ellas fue UDEMIF, que ya desapareció hace
bastante tiempo. Conocí esa asociación porque Sonsoles, la encargada de
organizar las actividades, fue al colegio buscando niños con discapacidad que
quisieran participar en actividades lúdicas como talleres de marionetas,
cabalgatas de reyes, incluso con ellos disfruté de mis primeros campamentos.
Siempre que era posible compartíamos actividades con otras entidades que
trabajaban con niños sin discapacidad para fomentar nuestra integración.
Allí tuve la gran suerte de conocer a mucha gente, entre esa
gente se encontraban Chus y Charo, dos hermanas con discapacidad a las que
quizá en ese momento yo viera como heroínas, ya que a pesar de su discapacidad
no se las ponía nada por delante. Un abrazo muy fuerte Charo allá donde estés.
Quizá la que más haya marcado mi vida y en la que sigo
conservando buenos amigos, y participando en algunas de sus actividades es
Aspaym. Gracias a ellos di mis primeras charlas, fui presidenta de Aspaym
juventud y allí fue donde me di cuenta de que a pesar de mi discapacidad yo
podía ser parte activa de la asociación.
Para mí ha sido la
asociación que me ha hecho crecer como persona, quizá porque me sentía
identificada con ellos y, de alguna manera, fue allí donde asumí realmente mi
discapacidad, pero a la vez descubrí muchas de mis capacidades.
Actualmente estoy muy vinculada a Aspace en la que formo
parte de la junta directiva intentando dar mí visión como persona afectada y
participando en diferentes actividades como representante de la entidad.
A través de este artículo quiero mostrar la importancia que
tienen las asociaciones y que dependiendo del momento buscamos unas cosas u
otras en ellas.
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