Pensando en las más peques se me ocurre hablar de un juego
que quizás se haya perdido un poco: el juego con muñecos, pero muñecos que no
hacen nada como, por ejemplo, los barriguitas de hace algunos años.
Bajo mi punto de vista este tipo de muñecos pueden ayudar a
las niñas con discapacidad a mejorar todo tipo de habilidades, ¿por qué? porque
son muñecos con los que la persona que
trabaja con la niña, aprovechando su inocencia, puede poner voz al
muñeco, hacer que se aleje, enseñarle a leer o cualquier otra cosa que le pueda
venir bien a la niña. Eso sí, que el muñeco guste a la niña. Es muy importante
que éste se convierta en su fiel amigo.
En mi caso era un barriguitas negrito llamado Daniel, que
todavía conservo. Este muñeco, a parte de ser con el que mejores ratos pasé,
fue el que me ayudó a aprender a leer. Cuando
en el colegio le decían a mi madre que me comprara determinados cuentos, los
leyera y luego comprobaran a ver si lo entendía, fuese quien fuese el que
estuviese conmigo, no podía faltar mi querido amigo Daniel.
Por otro lado, muchas veces jugaba a ser su maestra, con lo
cual sin querer yo recordaba las letras y los números. Al hilo de esto cuando
me preguntaban por qué me gustaba ser maestra de ese muñeco yo contestaba: porque
es diferente, pero sabe lo mismo que los demás.
Creo que debería de haber más muñecos con discapacidad por
dos motivos: primero para que las niñas con discapacidad se sientan
identificadas y segundo para que a través del juego las niñas sin discapacidad
vayan viéndolo como algo normal.
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