Hay veces que te quedas a gusto diciendo ciertas cosas, aunque sabes que quizá te sirva de muy poco. También me di cuenta de que hay personas a las que no merece la pena perder, ya que son de las pocas que han sido capaces de ponerse en tu lugar.
Para poder hacer esto y que nadie te diga: “pero cállate o por fin te has dado cuenta de cómo es”, necesitas que sea una persona ajena a ti la que empuje tu silla. Precisamente para que haga solo eso: ser tus piernas o tus manos a la hora de hacer fotos para subirlas a las redes sociales (así siempre tengo la foto perfecta porque, aunque haga varias, yo decido las que quiero conservar de cada momento).
Por otro lado, puedo ser consecuente con mi escala de valores sin discutir con nadie. Tengo los apoyos necesarios, incluso para coger un micrófono en cualquier momento, la voz y las ideas las pongo yo.
Esto te hace ver que realmente es cierto lo que llevabas tantos años pensando: “no necesito Pepitos grillos a mi alrededor”, esto te sube la autoestima y el autoconcepto.
Todas estas experiencias y aprendizajes son posibles gracias a la asistencia personal, que me está permitiendo ser yo misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario