Esta reflexión surge a raíz de un acontecimiento familiar en
el que yo leí por expreso deseo de la protagonista y, dicho sea de paso, a todo
el mundo emocionaron mis palabras. Pues bien esto no es algo fácil de
conseguir.
Aquí va mi pequeña reflexión:
Mucha de la gente que se emocionó siempre ha pensado: “¿de qué
te sirve estudiar o dar charlas?” Pues bien, las capacidades no se adquieren
solas. Hay que trabajarlas y qué mejor manera de trabajarlas que haciendo
actividades que te motiven y además aporten algo a la sociedad. Si no hubiese
estudiado ni dado las charlas, no habría sido capaz de decir ni una palabra.
Realmente en momentos como ese es donde se ven las
capacidades de la persona, parece mentira que sea ante la familia donde más
difícil nos resulte hacer tareas que hacemos habitualmente fuera.
No solo habría que referirse a la lectura, sino a cosas como
el baile. Estoy segura de que si hace años tanto amigos con discapacidad como
sin ella no me hubieran hecho ver que yo podía bailar a mi manera, quizá ese
día no hubiera disfrutado tanto como disfruté.
Creo que la moraleja de esta reflexión queda clara: todos
podemos aportar algo si se nos permite desarrollar nuestras capacidades.
Con este artículo para nada quiero herir a las familias, pero
sí hacerlas reflexionar.
todas las personas tienen capacidades e incapacidades diferentes, hay que mirar mas allá de a nariz de uno mismo
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