Cuando las letras están pegadas en la pared y tú oyes como
se las enseñan a algunos de tus compañeros y compañeras. Que se supone que
tenían capacidad plena y tú no. Solo porque tenías menos autonomía física. (De
esto me he dado cuenta con los años).
Pero curiosamente, si se empeñaban en que pintara dibujos
sin sentido para mí, supuestamente para que consiguiera agarrar una pintura o
colorear sin salirme.
La sorpresa viene cuando a mis siete años llego al colegio
de educación inclusiva, donde entré gracias a que tenía comunicación oral.
Porque según la persona que pasó las pruebas no tenía el nivel para entrar en
ese centro, como iba a tener nivel si solo me dejaban pintar. Pero diría algo
coherente cuando decidieron darme una oportunidad.
Pero mi mejor recuerdo es cuando la profesora de apoyo me
puso en una mesa en la que entraba perfectamente. Ella puso un cuento rojo
encima de la mesa y me fue señalando las letras, nadie me había enseñado
directamente, pero yo iba deletreando, lo cual quiere decir que en aquellos
tiempos donde yo me dedicaba solo a pintar algo escucharía sin que nadie se
enterara y de vez levantaba la cabeza para ver la nueva letra que ponían en la
pared.
La lectura de ese primer cuento, mi primera barrera superada
sin saberlo.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario