domingo, 14 de abril de 2019

RODAR FUERTE


Hay mucho camino que recorrer para pensar así y os aseguro que no siempre es fácil.
Lo primero que debemos hacer es aceptar nuestras limitaciones y más cuando los apoyos que necesitamos son generalizados físicamente, pero cognitivamente estamos perfectos. Desde pequeños/as nos inculcan o intentan inculcar que, al depender de terceros, tenemos que obedecer y agradecer todo lo que la gente hace “por nuestro bien¨, pero sin tener en cuenta nuestros valores o deseos. Simplemente piensan lo que es bueno para mí, es bueno para ti. Esto si hablamos de nuestras familias, que no cabe duda que nos quieren con locura, pero muchas veces nos sobreprotegen.
De ahí la necesidad de profesionales que nos ayuden a realizar las tareas que no podemos hacer, pero desde un paradigma en el que la persona tome sus propias decisiones y no desde el asistencialismo.
Bajo mi punto de vista la figura del/la asistente personal no me hubiera sido tan útil si no hubiera tenido tan claras ciertas ideas como:
No tengo asistencia personal por gusto, sino por necesidad; esa persona realiza por mí las tareas que yo no puedo.
Estoy a gusto con ella precisamente porque puedo estar sola a nivel emocional o con alguien, pero sin ningún tipo de obligación.
Estas ideas las tengo tan claras desde mi adolescencia cuando me di cuenta que necesitaba ayuda para todo lo físico y lo acepté, pero también tuve muy claro que iba a dar guerra para que se dieran cuenta de que podía tomar mis propias decisiones.
Hoy en día lucho por cualquier proyecto que empodere a las personas con discapacidad. Tengo muy claro que si no han tenido ciertas vivencias, hay que dar formación sobre empoderamiento para que cambien el chip.


No hay comentarios:

Publicar un comentario