Voy a hablar de una época que muy pocos conocéis. Dicen que
lo importante es el presente, pero a veces hace falta soltar recuerdos para
sentirse mejor e incluso para encontrar algo positivo en un tiempo donde yo
sólo encuentro cosas negativas; al menos en principi
Hablo del año 1985, cuando a mis padres un médico les
recomienda que me lleven a un centro de un pueblecito de Bilbao donde, según él,
yo iba a recuperarme físicamente. Pues bien, según mis padres, sí hubo algún
avance.
Ahora va mi versión de la historia:
Lo primero es que yo me perdí esos dos años de estar con mi
familia; es en esa edad donde necesitas y quieres a tus padres para todo; me
refiero a que, además de la dependencia física, también les necesitas emocionalmente,
ya que yo tenía sólo cinco años, aunque iban a verme todos los fines de semana
y me traían en vacaciones. (Sé de sobra que para ellos esta situación tampoco
era fácil).
Los días se pasaban entre fisioterapia, terapia ocupacional y
clases.
Si hablamos de fisioterapia, alguna vez me caí intentando
guardar el equilibro sentada y, en vez de estar pendientes, iban a levantarte
cuando ya te veían en el suelo, aunque te dejaban en un taburete pequeño y todo
rodeado de colchonetas; daño no me hacía, pero me creaba mucha ansiedad el
pensar que me podía caer.
La terapia ocupacional: recuerdo que me obligaban a coger las
pinturas de una determinada manera y si no, no me dejaban pintar. Por supuesto
que siempre me daban dibujos que me gustaban para después quitármelos cuando no
cogía las pinturas bien, otra forma crear ansiedad.
Aquí viene para mí la peor parte. En clase había gente de
diferentes niveles cognitivos, pero ellos asociaban la autonomía física con el
nivel cognitivo y a los que, según ellos, menos nivel teníamos, nos aparcaban y
punto. Lo poco que aprendí allí fue de lo que escuchaba que enseñaban a otros
compañeros.
Por suerte para mí dos años más tarde cierran el centro y,
aunque les costó un poco, esta vez sí que mis padres se empeñan en que vaya a
un colegio de integración: es verdad que las personas que hacían las pruebas se
guiaban por unos resultados muy concretos. Pero cómo iba a saber sumar o
restar, si nadie me había enseñado.
Pero un día de esos que iba a hacer las pruebas, me dio por
hablar y parece ser que mis palabras fueron coherentes porque alguien se empeñó
en que tenía que estar en ese colegio; hasta tal punto que al no haber plaza en
primero, que era el curso que tenía que
haber entrado, debido a la falta de conocimientos, me metieron en segundo, que era
el curso que correspondía a mi edad. Aunque ese año estaba casi todo el tiempo
en clase de apoyo, al curso siguiente adquirí el nivel suficiente para pasar a
tercero y seguir las clases sin problema.
Aún recuerdo el primer cuento que leí en clase de apoyo, por
supuesto deletreando, pero los ojos se me llenaron de lágrimas cuando la
profesora de apoyo me dijo: “ya te has leído un cuento”.
La reflexión que quiero sacar de este artículo es que las
familias también se equivocan, aunque todo lo hagan pensando que es lo mejor
para nosotros. En cuanto a los avances físicos, si hubo alguno no fue tan
importante como para pasarlo tan mal como lo pasé.
Por sacar algo positivo de aquellos dos años: mi pasión por
aprender, la independencia emocional y la lucha por la inclusión social de las
personas con diversidad funcional.
Querida Rocio Es cierto que a veces los padres nos equivocamos .Pero no te quepa duda de que todo lo hacemos con la mejor intencion.Y tus padres asi lo creyeron.Ahora eres una mujer que hace cosas muy interesantes y todos te admiramos.Siempre te lo digo.Recibe un fuerte abrazo de tu tia de Termens Angelines.
ResponderEliminarYo solo puedo dar las gracias por haberme cruzado en la vida con una persona como tu. Solo aprendi y me enseñaste cosas buenas. Siempre te recuerdo como una persona luchadora, queriendo siempre dar mas y superarte en todo dia a dia. Eres una gran persona de la que muchos tendrian que aprender. Besos.
ResponderEliminarQué artículo más interesante. Una muestra más de lo que siempre hablamos, de que todo pasa por algo en esta vida. A lo mejor tú, durante ese período de tiempo, no entendías el porqué de todo eso, si tú no estabas bien. Pero ahora, que eres una persona adulta, estás echando la vista atrás y estás descubriendo que gracias a períodos como ese, tan duros, te has convertido en la bellísima mujer que eres hoy, con ese espíritu guerrero (:P) y esa fuerza que te ha llevado hasta aquí y te llevará mucho más lejos, porque la vida es maravillosa, con sus cosas malas y sus cosas buenas.
ResponderEliminarTambién admiro que, aunque lo hayas pasado tan mal, tengas la sabiduría de saber que tu familia, aunque se equivocó, sólo te preocupaban por ti y tu desarrollo y evolución.